En el segundo trimestre del año la actividad económica, medida a partir de la evolución del producto bruto interno (PBI), se contrajo 2,5% en la comparación interanual –respecto a igual trimestre del año anterior- y 1,4% en comparación con el trimestre previo en términos desestacionalizados. El PBI se había reducido durante el segundo semestre del año pasado, de modo que cayó en 3 de los últimos 4 trimestres de los que se dispone información. Si bien la sequía explica en buena medida la caída de la actividad, en particular en el segundo trimestre de este año, existen otros factores que están afectando negativamente el desempeño de la economía.
En línea con la difusión de estos datos y con otros indicadores de avance, las estimaciones de crecimiento económico para este año se han ido reduciendo desde fines del año pasado, y a octubre, la mediana se ubica en 0,78%. Se trata de un magro desempeño de la economía, luego de dos años de fuerte expansión (alrededor de 5%). Además, esta tasa se ubicaría por debajo de la estimación de crecimiento promedio de América del Sur, región que se proyecta se expandirá aproximadamente 1,2% este año según la CEPAL. El peor contexto externo y en particular, las peores condiciones para la colocación de los productos que exporta la región, son los principales factores detrás del enlentecimiento. En este contexto, según las proyecciones de la CEPAL, en 2023 Uruguay será uno de los países de menor crecimiento de la región.
Para 2024 por su parte, se espera una expansión del producto de 3,1%, impulsada fundamentalmente por el accionar de algunos factores puntuales, como la puesta en marcha de la planta de UPM II y también como efecto rebote de lo sucedido este año. Sin embargo, en adelante, las tasas proyectadas rondan el 2,5%, en línea con los promedios históricos del país. Como se ha señalado, se trata de tasas bajas como para que el país consolide las inversiones necesarias para dar avances sustanciales hacia mayores niveles de desarrollo y equidad de la población.